En 1975 a un grupo de aficionados a la música se les ocurrió una original idea: dedicar un festival en la localidad de Martina Franca, en la región italiana de Puglia, con el objetivo de recuperar algunas de las óperas que no habían sido estrenadas.
La edición de este año, por ejemplo, se inauguró con ‘La mujer serpiente’, una deliciosa ópera fruto de una de las mentes musicales más admiradas del siglo XX italiano, Alfredo Casella.
Esa ópera se estrenó en Roma en 1932 y desde entonces no se llevaba a escena. Es tan rara y desconocida que hasta Paolo Isotta, el respetadísimo crítico de música clásica del ‘Corriere della Sera’ y uno de los grandes eruditos mundiales en lo que a lírica se refiere, confiesa abiertamente que ha sido en Martina Franca donde la ha escuchado por primera vez.
En el fantástico patio del Palacio Ducal de Martina Franca, también se ha representado ‘Armida’, de Tomasso Traetta, un compositor italiano del siglo XVIII. Vendrá después ‘Hércules’, una ópera de 1689 jamás representada en los tiempos modernos. Y culminará con ‘Orfeo y Eurícide’, la ópera de Christoph Willibald Gluck fechada en 1762 y cuya versión en francés inauguró el festival de Martina Franca hace 39 años, en 1975.
Este festival realiza un importante trabajo de investigación, ya que su propuesta cultural consiste en excavar en el pasado para escudriñar entre los trabajos que han sido olvidados y aquellos que nunca han salido del repertorio, o que nunca han entrado, asegura Alberto Triola, director musical del Festival de Martina Franca.
La idea de poner en marcha este maravilloso festival nació en 1975 por iniciativa de un grupo de apasionados de la música capitaneados por Alessandro Caroli, primer presidente del festival; el respaldo determinante de Franco Punzi, entonces alcalde de Martina Franca, y el apoyo incondicional de Paolo Grassi, por aquel entonces superintendente de La Scala de Milán.