El joven músico de 27 años, Carlos Aguilera, ha sido operado recientemente en el Hospital Regional Carlos Haya de Málaga para extirparle un tumor cerebral. Lo fascinante es que el paciente, que se mantuvo despierto durante la intervención (recibió sedación y analgésicos, pero no anestesia general), interpretó al mismo tiempo piezas musicales con el saxofón.
La operación se llevó a cabo así para localizar las áreas relacionadas con el lenguaje musical y no causarle ninguna alteración en las mismas con la extirpación del tumor. «Lo operamos así porque es un músico profesional y su vida laboral depende de esta actividad», ha explicado el neurocirujano Guillermo Ibáñez.
En el tiempo que permaneció en el quirófano, el paciente, además de tocar el saxofón, leyó textos y partituras e interpretó imágenes que le mostraban. Todo con el objetivo de comprobar que la operación no estaba afectando a las áreas del cerebro relacionadas con el lenguje y con el lenguaje musical.
El hospital Carlos Haya es el segundo del mundo que realiza una intervención de estas características. La primera se hizo el pasado mes de junio en California.
En la operación participaron 16 profesionales sanitarios: tres neurocirujanos, dos neuropsicólogos, tres neurofisiólogos, un anestesista, cinco enfermeras, un auxiliar de enfermería y un celador.
Tras permanecer dos semanas hospitalizado, Carlos Aguilera fue dado de alta y prosigue los cuidados en domicilio con una buena evolución. Esta ha sido la primera vez que se ha realizado la monitorización de las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje musical.
Al paciente se le hizo mapeo cortical, es decir, un mapa personalizado de la corteza cerebral y se identificó la zona del lenguaje musical. Para ello, el enfermo se mantuvo despierto y se le fue indicando lo que se le estaba haciendo. En los músicos profesionales el hemisferio cerebral izquierdo tiene una mayor implicación en la comprensión y ejecución del lenguaje musical, zona donde también se localiza el área motora, sensitiva y del lenguaje, y donde se localizaba también la masa tumoral.
El procedimiento anestésico se hizo en su totalidad con el paciente despierto, con sus funciones cerebrales intactas, ya que era imprescindible su colaboración para poder identificar las respuestas tanto en la fase de estimulación eléctrica para el mapeo cortical, como en la de resección del tumor. Por tanto, no hubo anestesia general con intubación, ni se utilizaron relajantes musculares.