La industria cultural tiene potencial económico y, aunque pueda parecer que el marketing choca con la creatividad cultural o artística, en el caso de la cultura y las artes, el marketing pretende aproximar las creaciones de los artistas con su respectiva audiencia.
Las nuevas formas de concebir el marketing como medio de analizar y maximizar la adecuación de los productos culturales a todos los públicos hacen del marketing una herramienta más en la gestión cultural.
Si el marketing aplicado a los productos tangibles parte desde las necesidades de las personas, en las industrias culturales la importancia viene dada por la relación del producto-consumidor.
Uno de los errores más comunes es confundir el marketing con la publicidad, con la promoción,… sin embargo estos conceptos son una parte más del marketing.
El marketing es un proceso que requiere una planificación con el objetivo de crear intercambios satisfactorios para el individuo y las organizaciones.
Las funciones básicas del marketing son:
– Analizar el entorno (conocer necesidades, evolución del mercado, modas, hábitos,…)
– Comunicar (informar al mercado y a la empresa)
– Planificar (establecer objetivos, estrategias, planes de acción, control del proyecto,…)
– Distribución de productos/servicios (en organizaciones de gran envergadura la tareas de marketing están separadas de las de comercialización aunque se trata de tareas que pueden ser fusionadas)
– Retorno de la información (investigar el mercado, respuesta real de clientes, modificaciones,…)
Las técnicas específicas del marketing no siempre son aplicables a todas las áreas de la cultura y/o productos culturales. Los criterios de selección que ayudan a las entidades a saber qué técnica aplicar en su propia planificación serían en primer lugar dependientes de la categorización de la entidad, es decir, ¿cuál es la orientación de la misión de la organización? Según este criterio se pueden distinguir dos orientaciones con la posibilidad de diferentes gradaciones entre ambas:
– Hacia el mercado, por ejemplo una industria discográfica o audiovisual.
– Hacia el producto, por ejemplo una orquesta de música o un museo de arte contemporáneo.
También hay que tener en cuenta la relación existente con el producto, que se establece en función del interés manifiesto de la organización en la promoción y difusión de un producto único o, en cambio, que el interés se encamine hacia maximizar su reproducción. Así, no es lo mismo la difusión de un producto cultural de carácter único, por ejemplo de una obra artística, que la de vender el producto (un disco) con el objetivo de optimizar los beneficios.
Precisamente ésta es la cuestión diferenciadora: si el producto no cumple las expectativas creadas, se retira del mercado (práctica de las industrias culturales), una solución que no entra en la misión de la entidad cultural, por ejemplo en un auditorio o museo.
Uno de los supuestos del marketing es la necesidad de hacer una aproximación del colectivo de usuarios, lo que se denomina “público objetivo”.
Desde nuestra Asesoría Musical ofrecemos el servicio de gestion cultural a cualquier tipo de institución del ámbito de la cultura.