Estudios recientes afirman que la música tiene la capacidad de modificar el ritmo cardíaco y de provocar beneficios sobre diferentes aspectos relacionados con la calidad de vida como el dolor, la vitalidad o la salud mental.
Música para el corazón
Un estudio publicado en International Journal of Clinical Medicine indica que escuchar música clásica dos veces al día durante un mes aumenta la percepción de calidad de vida de quienes padecen angina de pecho en más de 20 puntos respecto a otros pacientes que no escuchan música.
En concreto, los investigadores evaluaron la calidad de vida de un total de 60 pacientes, de entre 45 y 65 años, a los que se les había diagnosticado una angina estable a partir de un test que analiza ocho ámbitos distintos que tienen que ver con la calidad de vida: la función física, el rol físico, el dolor, la salud general, la vitalidad, la función social, el rol emocional y la salud mental.
A la mitad de los participantes se les indicó que además de seguir su tratamiento médico habitual escucharan dos veces al día un disco de 22 minutos de duración que contenía música clásica durante un mes seguido. La otra mitad de los pacientes sólo continuó con el tratamiento médico habitual.
Al finalizar el tratamiento y realizar de nuevo el test, los investigadores constataron que el grupo de control, el que sólo hizo el tratamiento médico, había empeorado sus resultados en gran parte de los aspectos valorados, a excepción del dolor corporal y la salud. En cambio, los pacientes que habían escuchado música mejoraron significativamente sus resultados, pasando de una puntuación total de 54,1 en el test anterior al tratamiento a un 75,7 al finalizarlo.
Según Regina Dalmau, cardióloga del Hospital Universitario La Paz de Madrid y miembro de la Fundación Española del Corazón, la música tiene efectos sobre las emociones, que a su vez se traducen en cambios biológicos como la disminución de hormonas de estrés, la reducción de la frecuencia cardiaca o la reducción de la presión arterial.
A este respecto, los cardiólogos se hacen eco de otro estudio publicado en febrero pasado, realizado en Ohio, que mostraba que la música puede provocar cambios significativos en la frecuencia cardiaca del corazón. Los investigadores sometieron a 24 alumnos de instituto a sesiones musicales de diferentes estilos y evaluaron su frecuencia cardiaca tras cada una de ellas, observando que tras las audiciones de música clásica se producía un descenso significativo de la misma, mientras que la frecuencia se incrementaba después de la sesión de rock o de la del género musical preferido por cada uno de los participantes.
El estrés aumenta el riesgo cardiovascular porque activa el sistema nervioso simpático, aumentando la presión arterial y la frecuencia cardiaca, liberando hormonas vasoconstrictoras y elevando la demanda de oxígeno del corazón.
Por ello, la música clásica, que favorece la relajación y una menor frecuencia cardiaca, puede ser de gran utilidad tanto para la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares como para los que ya tienen problemas cardiovasculares.
En un artículo anterior ya hablábamos de los beneficios de la ópera para la salud cardiovascular, ayudando a aceptar los trasplantes de corazón.