La música mejora nuestra capacidad cerebral. Pero no basta con escuchar música, hay que recibir educación musical cuando somos niños, dijo la investigadora Nina Kraus, de la Northwestern University, en EEUU, autora de una investigación que publicó en Journal of Neuroscience, en la que se confirman los beneficios de la música en nuestra capacidad cerebral. “Hablamos de beneficios como la rapidez con la que nuestro cerebro procesa el habla. Es decir, los adultos que han recibido educación musical de niños tienen una capacidad de respuesta cerebral mayor que los que no la recibieron, lo que se traduce en un sistema auditivo más eficiente”.
A medida que envejecemos nuestra capacidad de respuesta se va perdiendo y se pueden tener problemas de comunicación. Así, señala Kraus: “El hecho de tener respuestas adquiridas cerebrales a los sonidos anteriores permite tener una representación más fiel de los sonidos que se escuchan”.
A medida que envejecemos nuestra capacidad de respuesta se va perdiendo y se pueden tener problemas de comunicación. Así, señala Kraus: “El hecho de tener respuestas adquiridas cerebrales a los sonidos anteriores permite tener una representación más fiel de los sonidos que se escuchan”.
Para valorar estos beneficios, los investigadores desarrollaron un enfoque biológico objetivo con el fin de medir cómo el cerebro procesa el sonido. En su trabajo, evaluaron la actividad eléctrica en el tronco cerebral auditivo de 44 adultos sanos, de edades entre los 55 y 76 años, cuando escuchaban una voz que decía la sílaba “da”’.
Kraus explicó que esta región del cerebro procesa el sonido y es un centro clave para el desarrollo cognitivo, sensorial y de la información de recompensa.
Los investigadores descubrieron que, a pesar de que ninguno de los participantes había tocado un instrumento en casi 40 años, aquellos que entre los 4 y 14 años habían recibido formación musical tenían una respuesta más rápida a los sonidos, del orden de una milésima de segundo más rápido que aquellos sin formación musical.
Kraus explicó que esta región del cerebro procesa el sonido y es un centro clave para el desarrollo cognitivo, sensorial y de la información de recompensa.
Los investigadores descubrieron que, a pesar de que ninguno de los participantes había tocado un instrumento en casi 40 años, aquellos que entre los 4 y 14 años habían recibido formación musical tenían una respuesta más rápida a los sonidos, del orden de una milésima de segundo más rápido que aquellos sin formación musical.
Aunque 1 milésima de segundo no parece mucho, reconoce Michael Kilgard, de la Universidad de Texas, en realidad sí lo es. “Nuestro cerebro es muy sensible a los tiempos y una milésima de segundo se compone de millones de neuronas, lo que es una diferencia real en la vida de las personas mayores”, aclaró el investigador estadounidense.