Seguro que te ha pasado en alguna ocasión: escuchas música y sin darte cuenta cierras los ojos.
Cuando cerramos los ojos centramos más nuestra atención a lo que estamos escuchando.
Si escuchas tu música favorita con los ojos cerrados, evitas que la información que entra por los ojos te distraiga no solo de oír sino de sentir, porque la música se oye y se siente. Ya que si algo provoca la música es una explosión de emociones y de recuerdos.
¿A que se debe todo esto? La respuesta tiene que ver con nuestras neuronas.
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La música nos gusta y nos provoca un inmenso placer porque activa el sistema límbico y baña nuestro cerebro con endorfinas, las mismas hormonas que segrega cuando, por ejemplo, comemos un gran trozo de pastel de chocolate.
Las endorfinas nos dan motivación ante la vida, producen alegría y optimismo , disminuyen el dolor o al menos contribuyen a olvidarlo. Contribuyen a la sensación de bienestar y que estimulan los sentimientos de gratitud y de satisfacción existencial.
Ademas, las respuestas placenteras que nos evoca la música se relacionan con la actividad de regiones del cerebro implicadas con los mecanismos de recompensa y emociones. Observaciones como estás sugieren que aunque la música no es necesaria para la supervivencia de la especie humana, si constituye un beneficio significativo para nuestro bienestar físico y mental.
Si cantamos o bailamos en público , las endorfinas que segregamos nos ayudan a establecer lazos sociales. La música surgió antes que el lenguaje y sabemos que fue utilizada por nuestros antepasados cuando no sabían vocalizar
La música tiene mucho beneficios para nuestro bienestar y nuestras relaciones sociales. Así que, escucha un poco de música y… cierra los ojos.